El capítulo arranca con el hallazgo del cadáver de un buceador en el río Hudson. La autopsia revela que no se trata de un accidente, ya que los forenses encuentran restos de cianuro en el tejido pulmonar de la víctima. Otros restos orgánicos encontrados en el cuerpo llevan a los C.S.I. a un arrecife artificial formado por restos de viejos vehículos. Cuando se sumergen a inspeccionar, encuentran el cadáver de un segundo buzo asesinado de la misma manera. Sin embargo, el estudio forense indica que ambas víctimas murieron en los alrededores de un barco hundido en 1700 sobre el que circula el rumor de que alberga un tesoro. Una moneda de oro encontrada en el traje de uno de ellos corrobora esta hipótesis.
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